El éxito de los tratamientos de fertilidad depende de una compleja interacción entre múltiples factores: la calidad de los óvulos y los espermatozoides, el estado del útero, el equilibrio hormonal, la carga genética y, más recientemente, el papel de la microbiota.
En los últimos años, diversas investigaciones han demostrado que existe una estrecha relación entre la microbiota y la fertilidad, ya que las comunidades de bacterias que habitan el cuerpo humano influyen en la salud reproductiva, en la receptividad del endometrio y en las probabilidades de implantación embrionaria.
Por eso, comprender cómo se comporta la microbiota en el entorno reproductivo femenino se ha convertido en un componente esencial de los tratamientos de reproducción asistida, junto con el estudio genético y hormonal.
- La microbiota: es el conjunto de microorganismos (como bacterias, virus, hongos) que viven en un entorno específico del cuerpo humano, como al microbiota oral, del endometrio, etc.
- El microbioma: se refiere al número total de microorganismos que componen la microbiota y al conjunto de genes (material genético) de estos microorganismos.
Esta huella genética, única en cada individuo, se ha convertido en un elemento clave para comprender por qué algunos tratamientos de reproducción asistida logran el embarazo y otros no.
La investigación científica ha demostrado que no solo importa la morfología del útero o la calidad embrionaria, sino también el entorno microbiano en el que se desarrolla la implantación. Por eso, cada vez más especialistas incorporan el estudio de la microbiota como parte fundamental de los protocolos de fertilidad.
¿Qué es la microbiota vaginal y endometrial?
La microbiota vaginal es el conjunto de bacterias que habitan de forma natural en el organismo, entre los colonizadores más comunes del tracto vaginal en mujeres en edad reproductiva se encuentra el Lactobacillus especies. Su equilibrio es fundamental para mantener la salud ginecológica y reproductiva ya que produce ácido láctico y mantiene un pH bajo que protege contra infecciones.
La microbiota endometrial, en cambio, corresponde a las bacterias que se encuentran en el revestimiento del útero. Durante años se pensó que el útero era un espacio estéril, pero hoy sabemos que está habitado por comunidades bacterianas que influyen directamente en la receptividad endometrial y, en consecuencia, en la capacidad de que un embrión logre implantarse.
Ambos microbiotas trabajan en conjunto: la vaginal protege la entrada del sistema reproductivo, mientras que la endometrial crea un ambiente propicio para la llegada y desarrollo del embrión.
¿Cómo influye el microbioma en la fertilidad?
El equilibrio de la microbiota no es un simple detalle biológico, sino un factor decisivo en la salud reproductiva.
Se sabe que el microbioma intestinal tiene un efecto sistémico que podrían afectar potencialmente la salud reproductiva.
Una microbiota dominada por Lactobacillus favorece un ambiente protector, estable e inmune que permite que el endometrio se prepare de manera adecuada para recibir al embrión.
Una de las funciones de la microbiota es evitar la colonización con patógenos (bacterias dañinas).
Cuando este equilibrio se altera, lo que se conoce como disbiosis, el impacto sobre la fertilidad puede ser significativo. El exceso de bacterias dañinas o la falta de lactobacilos puede generar inflamación crónica, alterar el pH vaginal y reducir la receptividad endometrial. Todo esto se traduce en mayores dificultades para lograr la implantación, incluso en tratamientos de reproducción asistida como la Fecundación In Vitro (FIV).
La investigación muestra que mujeres con un microbioma vaginal y endometrial equilibrado tienen tasas de embarazo considerablemente más altas en comparación con aquellas con desequilibrio bacteriano.
Microbiota e implantación embrionaria
Uno de los momentos más críticos en cualquier tratamiento de fertilidad es la implantación embrionaria. Para que un embrión se adhiera al endometrio y comience su desarrollo, es necesario que el útero esté en un estado receptivo.
Un endometrio con predominio de Lactobacillus facilita la interacción entre el embrión y el sistema inmune materno, reduciendo el riesgo de rechazo. Por el contrario, la presencia de bacterias como Gardnerella vaginalis se ha relacionado con fallos en la implantación, abortos tempranos y menores tasas de éxito en FIV.
Así, la microbiota endometrial y vaginal se convierte en una pieza clave que puede explicar por qué, a pesar de transferir embriones de buena calidad, algunas mujeres no logran el embarazo.
Evidencia científica en reproducción asistida
La relación entre microbiota y fertilidad no es una simple hipótesis, sino un campo respaldado por estudios sólidos. Diversas investigaciones publicadas en revistas de prestigio han demostrado que el equilibrio microbiano influye de forma directa en el éxito de los tratamientos.
Por ejemplo, el estudio “Evidence that the endometrial microbiota has an effect on implantation success or failure” (Inmaculada Moreno y colaboradores, American Journal of Obstetrics & Gynecology, 2016) mostró que un endometrio dominado por Lactobacillus (>90%) se asocia a mayores tasas de implantación y mejores desenlaces en FIV, mientras que los perfiles no dominados por Lactobacillus se vinculan a peores resultados.
Esta evidencia es la que, frente a diferentes situaciones, como fallos de implantación, llevan a realizar estudios previos para evaluar la microbiota.
Estudios clínicos para evaluar el Microbioma
El avance de la biología molecular ha permitido desarrollar pruebas específicas para analizar la composición microbiana del aparato reproductor.
El test EMMA (análisis del microbioma endometrial), es una herramienta molecular utilizada para determinar si el ambiente microbiano uterino es compatible o no, con aquel que, según las publicaciones científicas, es más favorable para lograr un embarazo. Este método molecular se basa en la identificación del ADN bacteriano presente en la muestra de la biopsia endometrial, los microorganismos analizados son del género de lactobacillus y 16 bacterias potencialmente patógenas.
El test ALICE (análisis de endometritis crónica infecciosa), se utiliza para detectar la presencia de ADN de las bacterias patógenas relacionadas con endometritis crónica, una infección subclínica del endometrio relacionada con infertilidad, especialmente al fracaso repetido de la implantación.
Ambos tests, EMMA y ALICE, ayudan al médico a orientar y personalizar el tratamiento al proporcionar información sobre la presencia/ausencia de ADN bacteriano.
Estas pruebas ofrecen un mapa detallado de la microbiota y permiten diseñar un plan personalizado antes de la transferencia embrionaria, aumentando las probabilidades de éxito.
¿Cómo se puede mejorar la microbiota para aumentar la fertilidad?
Uno de los aspectos más alentadores en este campo es que la microbiota no es inmutable: puede modificarse y optimizarse mediante diferentes estrategias médicas y de estilo de vida.
A continuación, algunos enfoques respaldados por la evidencia científica:
- Dieta y estilo de vida: los cambios en la alimentación pueden influir directamente en la composición de la microbiota, favoreciendo un entorno reproductivo saludable.
- Prebióticos: son nutrientes no digeribles por el sistema digestivo que estimulan el crecimiento y la actividad de bacterias beneficiosas.
- Probióticos orales o vaginales: ayudan a restablecer el equilibrio bacteriano, especialmente las cepas de Lactobacillus.
- Antibióticos personalizados: su uso controlado y guiado por análisis microbiológicos permite eliminar bacterias patógenas sin alterar las especies protectoras.
La intervención adecuada puede transformar un endometrio poco receptivo en un ambiente óptimo para la implantación, incrementando las probabilidades de éxito en los tratamientos de reproducción asistida.
El futuro de la reproducción asistida con enfoque en la microbiota.
La investigación sobre la microbiota y fertilidad avanza a gran velocidad. Cada vez más clínicas consideran que el estudio del microbioma debe integrarse de manera rutinaria en los protocolos de fertilidad, al mismo nivel que el análisis hormonal o la valoración de la calidad embrionaria. Sobre todo, en pacientes con fracaso repetido de la implantación.
El futuro apunta hacia una medicina reproductiva más personalizada, donde cada paciente pueda recibir un tratamiento adaptado a su huella genética. Esto no solo aumenta las posibilidades de embarazo, sino que también reduce el riesgo de fallos repetidos y mejora la experiencia emocional de quienes atraviesan un tratamiento de reproducción asistida.
La relación entre microbioma y fertilidad representa un cambio de paradigma en el campo de la reproducción asistida. Comprender cómo las bacterias vaginales y endometriales influyen en la implantación abre nuevas oportunidades para mejorar los resultados de los tratamientos.
Si estás atravesando un proceso de fertilidad o planeas iniciar un tratamiento, hablar con tu especialista sobre la posibilidad de evaluar tu microbioma puede marcar una gran diferencia. No se trata solo de transferir embriones de calidad, sino de asegurar que el ambiente en el que deben implantarse sea el adecuado.
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