Endometrio: el tejido que sostiene el comienzo

En el universo de la medicina reproductiva, pocas estructuras despiertan tanto interés clínico como el endometrio. Silencioso, cambiante y esencial, este tejido que recubre el interior del útero es mucho más que un simple “nido”. Es el escenario donde todo empieza. Su rol en los tratamientos de fertilidad asistida es tan decisivo como sutil, y entender cómo funciona puede transformar la vivencia de quienes atraviesan este camino. 

¿Qué es el endometrio y por qué es clave en la fertilidad? 

El endometrio es un tejido dinámico. Se renueva cada mes, responde a las hormonas y se adapta cíclicamente con un solo propósito: ofrecer un ambiente propicio para la implantación del embrión. Si no hay embarazo, se desprende con la menstruación. Pero si hay fecundación, se transforma en el soporte nutritivo y biológico de la nueva vida. 

Es aquí donde el embrión debe anidar para que el embarazo pueda comenzar. No basta con que exista un embrión sano: si el endometrio no está receptivo, la implantación no se logra. 

Por eso, en los tratamientos de fertilidad, preparar adecuadamente este tejido es tan importante como la calidad embrionaria. 

Preparar el terreno: cómo se sincroniza el endometrio con el embrión 

Existen dos grandes estrategias para preparar el endometrio antes de una transferencia embrionaria: el ciclo natural y el ciclo sustituido. Ambos buscan el mismo objetivo, pero se adaptan a cada paciente y situación clínica. 

El ciclo natural aprovecha la ovulación espontánea de la mujer. El cuerpo produce estrógenos y progesterona de manera fisiológica, y los especialistas ajustan la fecha de la transferencia al ritmo del propio organismo. Se suele elegir en pacientes con ciclos regulares y buena ovulación. Tiene la ventaja de requerir menos medicación, y muchas veces se percibe como un enfoque más “orgánico”. 

El ciclo sustituido, en cambio, se basa en la administración controlada de hormonas. Se pauta estrógeno para estimular el crecimiento endometrial y luego progesterona para inducir su transformación receptiva. Esta opción permite programar con mayor precisión la transferencia, lo que es especialmente útil en mujeres con ciclos irregulares, sin ovulación o en tratamientos que requieren coordinación con otros equipos o donantes. 

¿Qué se considera un endometrio ideal? 

Antes de transferir un embrión, los médicos evalúan dos parámetros esenciales del endometrio: el grosor y el patrón ecográfico. 

El grosor mínimo buscado suele ser de 7 a 8 mm. Este valor puede variar según el tipo de tratamiento, la historia clínica o incluso la causa de la infertilidad, pero se considera que por debajo de ese umbral las tasas de implantación pueden disminuir. 

El patrón más favorable es el denominado “trilaminar”. En una ecografía transvaginal, se visualizan tres líneas: una central y dos externas, que marcan la estructura del endometrio. Este aspecto está asociado con mayor receptividad. 

Cuando el endometrio no alcanza el grosor esperado en el tiempo adecuado, el equipo médico puede ajustar la dosis de estrógenos o cambiar la vía de administración: oral, transdérmica, vaginal. Si no se logran las condiciones óptimas, a veces se decide postergar la transferencia. No es un retroceso, sino una decisión clínica para priorizar las mejores condiciones posibles. 

Sincronía: el valor del tiempo exacto 

Uno de los desafíos más delicados en reproducción asistida es alinear el desarrollo endometrial con el momento exacto del embrión. Existe una ventana de implantación muy específica: unos pocos días en los que el endometrio está verdaderamente receptivo. 

En los ciclos sustituidos, los especialistas sincronizan los días de exposición a la progesterona con la edad del embrión. Por ejemplo, un blastocisto (embrión de día 5) se transfiere tras cinco días de progesterona. 

Un desfase en esa sincronía —por más leve que parezca— puede afectar la tasa de implantación. Por eso los controles hormonales y ecográficos son tan precisos, y en algunos casos se recurre a estudios moleculares que evalúan la receptividad endometrial para determinar con exactitud ese momento ideal. 

Cuando el endometrio necesita ayuda 

La mayoría de las veces, el endometrio responde bien a la preparación hormonal. Pero en algunos casos, se comporta de manera más refractaria. Es allí donde la medicina personalizada muestra su valor. 

Existen alternativas para estimular un endometrio que no engrosa adecuadamente: antioxidantes, vitaminas, probióticos, factores de crecimiento e incluso plasma rico en plaquetas (PRP). Cada opción tiene indicaciones específicas y debe usarse con criterio médico. No son fórmulas mágicas, sino herramientas complementarias que pueden hacer la diferencia en determinados cuadros clínicos. 

¿Influye el tipo de tratamiento (FIV u Ovodonación)? 

La preparación del endometrio es exactamente la misma, sin importar si los óvulos son propios o donados. Lo que cambia es el origen del embrión, no el entorno uterino que lo recibirá. Este dato suele traer alivio a muchas mujeres que eligen Ovodonación: el cuerpo sigue siendo protagonista del proceso. 

Cuando algo no está bien: patologías que afectan al endometrio 

No todos los úteros están listos para recibir un embrión en cualquier momento. Algunas afecciones pueden interferir con la implantación o aumentar el riesgo de pérdida gestacional temprana. 

Entre ellas se destacan: 

  • Pólipos endometriales 
  • Miomas submucosos 
  • Sinequias (adherencias intrauterinas) 
  • Hiperplasia endometrial 
  • Endometritis crónica o aguda 
  • Tabiques uterinos 
  • Adenomiosis 
  • Endometrio atrófico o delgado persistente 
  • Alteraciones inmunológicas o microambientales 

La buena noticia es que la mayoría de estas condiciones tienen tratamiento. Con diagnóstico adecuado y abordaje previo, es posible corregir el escenario antes de continuar con la transferencia. Esto puede implicar postergar el procedimiento, pero también aumentar las chances reales de éxito. 

Más allá del grosor, la preparación emocional 

El endometrio es un marcador clínico, pero también una metáfora: habla de disposición, de entorno, de acogida. En cada transferencia embrionaria, el cuerpo espera. Y esa espera —aunque técnica y medible— también tiene un componente emocional. 

Entender lo que sucede, saber qué se busca, por qué se pospone, cómo se adapta cada paso, puede transformar la experiencia de espera en una vivencia más consciente y contenida. 

Porque en reproducción asistida, como en la vida, preparar el terreno es tanto o más importante que el resultado. ¿Querés saber más?, Pedir turno. 

Dra. Doris Raso

Medicina Reproductiva
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