En el campo de la reproducción asistida, el uso de embriones congelados ha marcado un antes y un después. Si hace poco más de una década la transferencia en fresco era la opción más frecuente y casi obligatoria, hoy la Vitrificación ha transformado radicalmente la manera en que los especialistas planifican los tratamientos de fertilidad.
En WeFIV somos testigos directos de esta evolución. El cambio es tan significativo que, en nuestra práctica diaria, realizamos muchas más transferencias diferidas con embriones congelados que transferencias en fresco. Esta transformación no solo refleja los avances científicos, sino también una búsqueda constante de mayor seguridad, mejores resultados y tratamientos más personalizados para cada paciente.
El objetivo de este artículo es explicar en detalle qué es la transferencia de embriones congelados, y cómo se diferencian de la transferencia en fresco, por qué su uso ha crecido de forma tan acelerada, cuáles son sus tasas de éxito y qué factores clínicos determinan la elección de una técnica u otra.
También compartiremos la mirada de WeFIV, con recomendaciones prácticas para quienes se encuentran frente a la decisión de optar por embriones vitrificados o por una transferencia inmediata.
Transferencia de embriones congelados (FET) vs. Transferencia en fresco
En términos simples, la transferencia de embriones congelados (FET) consiste en utilizar embriones que han sido vitrificados —un proceso de congelación ultrarrápida a temperaturas extremadamente bajas— tras la fecundación en el laboratorio. Estos embriones permanecen en criopreservación hasta que se decide transferirlos en un ciclo posterior.
La transferencia en fresco, en cambio, se realiza pocos días después de la fecundación, cuando el embrión alcanza el estadio de blastocisto en día 5. Todo ocurre dentro del mismo ciclo: estimulación ovárica, extracción de óvulos, fecundación y posterior transferencia al útero.
La diferencia central radica en el momento de la transferencia. Mientras que en fresco la paciente atraviesa todas las etapas de manera continua, en el caso de la FET existe un intervalo que permite preparar el endometrio en condiciones óptimas antes de la implantación. Esta pausa estratégica suele favorecer un entorno uterino más receptivo y fisiológico, especialmente en mujeres que han pasado por una estimulación ovárica intensa.
La evolución en el uso de embriones congelados
Hace entre 10 y 15 años, la norma era transferir embriones frescos. El congelamiento era un recurso limitado, utilizado en casos muy específicos, y existían dudas razonables acerca de la capacidad de los embriones congelados de sobrevivir al proceso y mantener su viabilidad.
La llegada de la vitrificación cambió por completo ese escenario. Esta técnica sustituyó a los antiguos métodos de congelación lenta, que solían provocar daños en las estructuras celulares por la formación de cristales de hielo.
Con la vitrificación, en cambio, el agua presente en el interior de las células se solidifica de manera instantánea en un estado vítreo, evitando la cristalización y preservando íntegramente la estructura embrionaria.
Gracias a este avance, las tasas de supervivencia de los embriones congelados tras la descongelación superan hoy el 95%, un porcentaje que hace apenas dos décadas era impensado. Este hecho abrió la puerta a la llamada estrategia de “freeze-all” o “congelar todo”.
En la actualidad, cada vez más centros optan por congelar todos los embriones obtenidos durante un ciclo de Fecundación In Vitro, para luego decidir con mayor calma y precisión cuál transferir y en qué momento. Esto no solo amplía las posibilidades de éxito, sino que también ofrece más seguridad para la paciente.
Ventajas clínicas del uso de embriones congelados
La preferencia actual por los embriones congelados no es una moda pasajera, sino el resultado de claras ventajas clínicas y prácticas. Una de las más importantes es la reducción del riesgo de complicaciones derivadas de la estimulación ovárica, como el síndrome de hiperestimulación ovárica, una condición que puede ser potencialmente grave. Al diferir la transferencia y permitir que el cuerpo de la paciente se recupere, se disminuye de manera significativa esta posibilidad.
Otra ventaja clave es que el uso de embriones congelados brinda el tiempo necesario para realizar estudios genéticos preimplantacionales (PGT). Estos análisis permiten seleccionar embriones cromosómicamente normales, lo que no solo aumenta las probabilidades de éxito, sino que también reduce el riesgo de aborto espontáneo.
Además, la transferencia diferida favorece una mejor preparación endometrial. En los ciclos estimulados, el exceso de hormonas puede alterar la receptividad del endometrio. Al congelar los embriones y transferirlos en un ciclo posterior, se logra un entorno uterino más fisiológico y favorable para la implantación. Esto se traduce en mayores posibilidades de embarazo en determinados perfiles de pacientes.
Tasas de éxito: embriones congelados frente a frescos
Durante mucho tiempo, se creyó que la transferencia en fresco era más efectiva porque evitaba el proceso de congelación y descongelación. Sin embargo, la evidencia actual muestra lo contrario.
Hoy sabemos que las tasas de embarazo y nacimiento vivo con embriones congelados son equivalentes a las obtenidas con embriones frescos. Más aún, en algunos casos específicos —como en pacientes con endometrios sensibles o con riesgo de hiperestimulación—, los embriones congelados pueden ofrecer resultados incluso mejores.
La vitrificación ha demostrado ser una técnica segura y eficaz. Los embriones mantienen su potencial reproductivo, y la descongelación no afecta su capacidad de implantación. Esta confianza en la tecnología es la base que ha permitido la expansión de los FET en todo el mundo.
Factores que influyen en la elección de la técnica
La decisión de transferir embriones en fresco o diferir la transferencia mediante vitrificación no responde a una regla universal. Depende, en cambio, de una evaluación clínica personalizada.
El uso de embriones congelados suele recomendarse cuando existe un riesgo alto de síndrome de hiperestimulación ovárica, cuando es necesario realizar estudios genéticos antes de decidir qué embrión transferir, o cuando el estado del endometrio no es el ideal en el ciclo de estimulación. También puede ser la mejor opción si la paciente presenta condiciones médicas que obliguen a posponer la transferencia.
Por otro lado, en pacientes con un endometrio bien preparado y sin factores de riesgo, la transferencia en fresco puede resultar adecuada. En estos casos, acortar los tiempos y avanzar directamente hacia el embarazo es una estrategia válida.
La clave está en comprender que no hay una opción mejor en términos absolutos. La elección entre fresco y congelado debe hacerse de manera individualizada, tomando en cuenta la historia clínica, la respuesta a la estimulación y las recomendaciones del equipo médico.
La experiencia del paciente: tiempos y expectativas
Una de las principales dudas de las parejas que atraviesan un tratamiento de fertilidad es si esperar para transferir embriones congelados puede disminuir sus posibilidades de éxito o, incluso, significar una pérdida de tiempo. Sin embargo, los datos actuales muestran que el tiempo adicional puede ser un aliado.
Esperar uno o dos meses antes de la transferencia permite recuperar el equilibrio hormonal, mejorar la receptividad del endometrio y aumentar la probabilidad de implantación. Lejos de ser un retroceso, este tiempo extra puede convertirse en una ventaja que marque la diferencia en el resultado del tratamiento.
Es fundamental que los pacientes comprendan que los embriones congelados no pierden su calidad ni su potencial reproductivo con el paso del tiempo. Gracias a la vitrificación, se conservan en perfectas condiciones durante años, lo que ofrece también la posibilidad de planificar futuros embarazos con los embriones sobrantes de un mismo ciclo.
Embriones congelados: la estrategia que transforma los tratamientos de fertilidad
El avance en las técnicas de vitrificación ha convertido a los embriones congelados en una herramienta fundamental de la reproducción asistida. Lo que en el pasado era un recurso de emergencia hoy es la estrategia preferida en la mayoría de los centros de fertilidad del mundo.
La comparación con la transferencia en fresco ya no gira en torno a la seguridad o la eficacia, sino a la adecuación de cada técnica a las características individuales de cada paciente. En muchos casos, el uso de embriones congelados ofrece un mayor control, más seguridad y resultados iguales o superiores.
La clave está en la personalización: no existen protocolos universales, sino decisiones médicas basadas en la historia clínica, la respuesta a la estimulación ovárica y las condiciones del endometrio. Para los pacientes, esto significa confiar en el equipo médico y comprender que esperar un ciclo adicional no es una pérdida de tiempo, sino una inversión en mejores condiciones para lograr el objetivo más deseado: el nacimiento de un hijo sano.
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