La prolactina es una hormona producida por la hipófisis, cuya función más conocida está vinculada a la lactancia. Pero su papel no termina allí: incluso fuera del embarazo o la lactancia, la prolactina influye sobre la ovulación, la fase lútea y la regulación del ciclo menstrual. Por eso, cuando sus valores se ven alterados —es decir, cuando hay “prolactina alta”— pueden surgir desajustes reproductivos y problemas para concebir. En esta nota, te explicamos en detalle cómo se mide, cuándo preocupa, cómo influye en la fertilidad y qué hacer para regularla.
¿Qué es la prolactina, cómo se mide y qué valores deberían considerarse normales?
La prolactina es una hormona secretada por la hipófisis, ubicada en la base del cerebro. Su función principal es estimular la producción de leche materna, tras el parto. Pero además tiene efectos sobre la función ovárica y el ciclo menstrual.
Para conocer tus niveles de prolactina, se realiza un análisis de sangre con extracción en reposo. Es clave prepararse bien: Dormir lo suficiente, evitar estrés intenso, no haber estimulado las mamas antes del análisis, ya que factores externos pueden elevarla transitoriamente.
Generalmente, los laboratorios usan rangos de referencia de aproximadamente 5 a 25 nanogramos por mililitro (ng/mL). Pero esos valores pueden variar ligeramente según el laboratorio y el método utilizado. Por eso, siempre deben interpretarse dentro del contexto clínico particular de cada persona. Un valor fuera de ese rango no implica por sí solo un problema: se debe evaluar en conjunto con eventuales síntomas y, muchas veces, repetir el estudio en condiciones controladas.
¿Cuándo consideramos que la prolactina está “alta”?
Hablamos de hiperprolactinemia cuando los valores se mantienen elevados de forma persistente. Por ejemplo, si suelen superar el límite superior del rango de referencia, como 30 o 35 ng/mL —según el laboratorio— de manera sostenida, y especialmente si vienen acompañados de síntomas como ciclos irregulares, ausencia de menstruación, salida de líquido por el pezón sin haber tenido un embarazo reciente, fase lútea corta o dificultad para ovular.
Un valor aislado puede estar alterado por estrés, falta de sueño, extracción reciente o estimulación mamaria. Por eso muchas veces se repite el análisis antes de confirmar un diagnóstico. Además, es importante diferenciar si lo elevado corresponde a la prolactina activa o a alguna de sus formas moleculares no activas (formas “ineficaces”). Esa distinción puede ser muy relevante: en algunos casos lo que sube es una fracción inactiva, lo que disminuye la importancia clínica de ese aumento.
¿Qué causas son las más frecuentes de prolactina elevada?
Antes de asumir un trastorno, lo primero que se descarta siempre es un embarazo: por eso suele pedirse una medición en sangre de Beta‑hCG.
Una vez descartado el embarazo, las causas más comunes de aumento sostenido de prolactina incluyen estrés físico o emocional, ciertos medicamentos (como algunos antidepresivos, antipsicóticos o antihipertensivos), hipotiroidismo —porque una tiroides poco activa puede elevar la prolactina—, y microadenomas hipofisarios, que son pequeños tumores benignos en la hipófisis; estos más frecuentes de lo que se cree. Otros factores que pueden elevarla en forma transitoria: ejercicio intenso, dolor, estimulación mamaria o incluso rutinas de sueño desreguladas.
Es importante destacar que no todas las hiperprolactinemias representan una enfermedad estructural. Muchas son funcionales, reversibles y transitorias.
¿Cómo afecta una prolactina alta en la ovulación, la fase lútea y la fertilidad?
Cuando la prolactina está elevada de forma sostenida, puede disminuir la secreción de GnRH (hormona liberadora de gonadotropinas) en el hipotálamo (Cerebro). Esto altera la cascada normal que lleva a la ovulación. Como consecuencia, los efectos más comunes son:
- ciclos irregulares o directamente ausencia de menstruación,
- ovulación reducida o ausente,
- fase lútea acortada,
- ciclos más largos o que se desempalman,
- disminución de progesterona.
Todas estas alteraciones dificultan la concepción espontánea. Además, en algunos casos pueden interferir con la preparación endometrial, lo que complica la implantación embrionaria, sobre todo si se busca un embarazo mediante técnicas de fertilidad.
Por eso, aunque la prolactina por sí sola no determina que una mujer no logre embarazo, cuando sus niveles están elevados y el ciclo no se regulariza, representa una barrera significativa para concebir.
¿Puede la prolactina alta causar abortos o fallas de implantación?
La evidencia científica hasta el momento no es concluyente: Una prolactina moderadamente elevada no suele considerarse una causa directa de aborto. Pero sí puede influir negativamente sobre la calidad de la fase lútea, un período fundamental para que el endometrio esté receptivo y acepte la implantación.
En casos de abortos recurrentes o fallas de implantación, si se observa una prolactina persistentemente elevada y alteración lútea, muchos especialistas valoran investigar a la prolactina más a fondo.
¿Cuándo conviene tratar la hiperprolactinemia?
El tratamiento se indica si:
- la prolactina está elevada de forma persistente y:
- hay síntomas (ausencia de menstruación, galactorrea, baja libido),
- hay alteración del ciclo menstrual u ovulación,
- se detecta un microadenoma en la hipófisis,
- o se está buscando el embarazo y la alteración interfiere en la ovulación.
El tratamiento más utilizado son los agonistas dopaminérgicos, como la cabergolina —siempre prescritos por un especialista. Muchas veces, la regularización del ciclo llega entre las 4 y las 8 semanas de iniciado el tratamiento.
¿Cuándo pedir una resonancia magnética de hipófisis u otros estudios antes de buscar embarazo?
Una resonancia magnética de hipófisis se solicita de forma obligatoria cuando se detecta una hiperprolactinemia sintomática, y en algunas ocasiones cuando es asintomática, persistente y sin causa evidente (ni embarazo, ni fármacos, ni hipotiroidismo, ni estrés prolongado).
El propósito es buscar posibles alteraciones estructurales —como un microadenoma— para definir la causa precisa del aumento de prolactina. Además, si se plantea el deseo de un embarazo, conocer bien la situación anatómica de la hipófisis ayuda a orientar el tratamiento de forma segura.
¿Existe alguna manera más “natural” de regular la prolactina?
Sí. Como muchas veces la elevación se relaciona con factores reversibles, vale la pena optimizar aspectos del estilo de vida antes o junto con un tratamiento médico:
- Reducir estrés: adoptar técnicas de relajación, meditación, yoga, caminatas suaves, tiempo de descanso.
- Dormir bien: el sueño insuficiente puede disparar la prolactina temporalmente.
- Evitar estímulos mamarios innecesarios: ropa ajustada, presión en el pecho, manipulación.
- Evaluar medicamentos actuales: algunos fármacos pueden elevar la prolactina, por lo tanto hay que revisar con el médico si corresponde cambiarlos.
- Cuidar la tiroides: controlar el estado tiroideo, ya que un hipotiroidismo subclínico podría elevar la prolactina.
- Moderar ejercicio intenso: aunque el ejercicio es saludable, un trabajo físico excesivo o muy cargado sin descanso puede alterar hormonas, incluida la prolactina.
En algunos casos, estos cambios por sí solos pueden normalizar los valores más allá de lo esperado. Pero siempre conviene hacer un control médico y repetir los análisis para confirmar.
¿Se puede hacer un tratamiento de fertilidad (por ejemplo FIV) si hay prolactina alta?
Sí. No es incompatible. Pero idealmente primero se regula la prolactina para asegurar un ciclo estable. Una vez que los valores están controlados y el ciclo se comporta de manera consistente, se puede avanzar con la fertilización asistida. Esto no necesariamente retrasa mucho la planificación reproductiva, sólo implica un pequeño ajuste previo.
La prolactina cumple funciones esenciales en la mujer, pero cuando sus valores se elevan sin control pueden interferir en la ovulación, el ciclo menstrual y la fertilidad. Por eso resulta fundamental un buen diagnóstico: no alcanza con un análisis aislado, sino con una evaluación clínica completa, idealmente repetida en condiciones controladas.
Una vez diagnosticada la hiperprolactinemia de manera certera, especialmente con síntomas o deseo de embarazo, conviene considerar el tratamiento con agonistas dopaminérgicos bajo supervisión médica. Pero en casos leves y transitorios, muchas veces, con cambios en el estilo de vida y manejo del estrés, puede alcanzarse una normalización espontánea.
Conocer bien qué es la prolactina, cómo influye en tu cuerpo, y cuándo puede afectar tu fertilidad te permite tomar decisiones informadas, acompañada siempre de un equipo médico. Si estás atravesando dificultades para concebir, consultá con tu ginecólogo o endocrinólogo: muchas veces una causa tan silenciosa como la prolactina te puede estar silenciosamente jugando en contra. Solicitar turno.






